El pasado día 26 de abril celebramos el día de la visibilidad lésbica con un encuentro de autoras en el que hablamos de literatura, de etiquetas y de visibilidad.
¿Es necesario celebrar un día para reivindicar la visibilidad lésbica?
Sí. Sí es necesario. ¿Por qué?
- En primer lugar porque seguimos sin estar en igualdad de condiciones. En el momento en el que una mujer, a día de hoy, tiene que pensarse mucho si besa a su chica en público o si le da la mano por la calle o si habla de ella con otras personas por miedo nos encontramos en una situación desigual. Miedo, no sólo al rechazo sino a sufrir violencia verbal o física al hacerlo.
- Porque sólo siendo visibles conseguiremos que se “normalicen” nuestras relaciones. Y mira que la palabra normal daría para otro debate.
- Porque así creamos referentes para que aquellas mujeres que no se atreven a dar el paso de salir del armario lo hagan sin sentir que están solas.
- Porque siendo visibles mostramos nuestra realidad y no la que otros se encargan de dar de nosotras, eliminando estereotipos y falsos mitos con los que luego nos tenemos que enfrentar en nuestro día a día.
Algunos de estos mitos, que resultan altamente nocivos son los siguientes:
- Las lesbianas quieren convertir a todas las mujeres en lesbianas.
No tenemos poderes mágicos para hacerlo y sobre todo respetamos que cada mujer viva su sexualidad como quiera al igual que queremos que se nos respete a nosotras.
- Las lesbianas lo son porque no han estado nunca con un hombre.
Cabe preguntarse entonces ¿cómo se sabe que una es hetero antes de haber estado con ningún hombre?
- Todas las lesbianas son marimachos.
No todas lo son, pero sí somos diversas como cualquier grupo de personas. Debajo de este mito se esconde la idea de que en nuestro fuero interno queremos ser hombres y que padecemos lo que Freud llamaba la envidia al pene. Lo sentimos, las lesbianas no tenemos como objetivo vital convertirnos en hombres.
- Las lesbianas odian a los hombres.
Podemos odiar, pero en general a alguien que no nos guste, no por su género en particular.
- En una relación lésbica siempre hay una que hace de hombre.
Esta idea, como las anteriores, está basada en un pensamiento falocentrista en la que, claro, resulta inconcebible que exista una pareja en la que no se requiera la presencia de un hombre, un pene o cualquier cosa masculina en el asunto.
- Que dos chicas digan que son pareja y un hombre se piense que tiene algo que hacer ahí.
Esto es herencia del porno y hace mucho daño. Crea la falsa idea de que dos lesbianas adoptarían a un hombre para que pueda meterse en su cama. Si dos mujeres te dicen que son lesbianas no tienes nada que hacer. Punto. No insistas.
Una manera de desmitificar todo esto, de crear referentes y “normalizar” es a través de la cultura en general y en el caso que nos ocupaba el día del encuentro, de la literatura en particular.
Quiero hacer una pregunta a los lectores en general: ¿Qué buscáis cuando leéis un libro?
Supongo que la mayoría busca entretenerse. ¿Os gusta cuando encontráis un libro con el que os sentís identificadxs con el/la protagonista? Por lo general sí porque nos hace sentirnos parte de la historia. Al fin y al cabo vivimos muchas vidas diferentes a través de los libros.
Las mujeres en general durante mucho tiempo (y aún hoy día) hemos tenido que hacer un ejercicio de travestismo psicológico para poder vernos reflejadas en las historias que leíamos porque la mayoría estaban protagonizadas por hombres.
Las lesbianas en particular hemos tenido que hacer este ejercicio de travestismo psicológico pero con doble tirabuzón para vernos reflejadas no sólo como mujeres, sino como lesbianas, sobre todo cuando hay historias de amor de por medio en el que podemos identificarnos con la mujer pero no en su forma de amar.
¡Sigamos creando referentes y haciéndonos visibles!